Por: Enrique Velázquez Martínez /

Se fue físicamente el hombre referente de las revoluciones. Su brazo libertario se extendió hasta la tierra donde la raza negra reclamaba (y reclama) su independencia y su igualdad. Allá, donde el retumbar de tambores llegó antes a la Isla del Encanto para llenar de alegría y belleza con la ahora música afroantillana.

Fidel regresó el favor.

     Si algún consuelo tuviéramos los revolucionarios de todo el mundo, es que el Imperialismo nunca, jamás, pudo con él. Mucho menos ahora que el fantasma ideológico de Castro perdurará por mucho tiempo.

  Difícil escribir acerca de un hombre que tuvo muchos detractores. Pero, ¿quiénes son esos detractores? ¿Por qué esa animadversión política e ideológica hacia la revolución de Fidel?

            Difícil. Imposible persuadir en unos renglones a los “detractores”. ¿Cómo es posible que exista un odio terrible hacia un hombre que, a todas luces, acabó con la esclavitud escondida, eliminó el analfabetismo, sacudió a la isla de explotadores y saqueadores, echó a patadas al imperialismo yanqui, y logró que la educación y el alimento llegara a todos los rincones de esa tierra.

              La respuesta también es clara. Y el mejor ejemplo es la doctrina de Goebbels en la Segunda Guerra Mundial: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.

            Eso han hecho los medios de comunicación desde su nacimiento. Y a colación refiero una anécdota cuando mi profesora preguntó: ¿Qué es una Agencia Informativa? todos nos desbordamos en sendas argumentaciones. Hasta que Toño dijo: “es un negocio”. Silencio total por unos segundos… la clase continuó.

  Eso han hecho las agencias informativas, los periódicos, la radio la televisión, ahora, el internet con la obra de Fidel Castro. Y lo seguirán haciendo.

Es su negocio.

              Entonces, ¿quiénes lloran? ¿Quiénes festejan? ¿Quiénes se afligen? ¿Tú, Fecal? ¿Tú, Fox? ¿Acaso Trump?

            Que lloren los que tengan que llorar, y que festejen los que tengan que festejar. Los medios de comunicación harán su trabajo.

            En su momento, Morelos e Hidalgo fueron tratados ignominiosamente; humillados, vilipendiados y excomulgados ¡por luchar por algo justo! ¿Y qué hace la iglesia hoy en día?: hipocresía y cinismo.

            ¡El mismísimo Jesús, el Esenio, tuvo, tiene y tendrá detractores por predicar la paz y el amor al prójimo! ¿Por qué Fidel no los tendría?

            Pero, los habitantes de la isla, los revolucionarios de verdad, sus niños y jóvenes, les importa un carajo lo que se diga en el exterior: las mentiras que se convierten en verdad.

            La realidad es que Fidel Castro triunfó con “su revolución”, alimentó a su pueblo, educó a su gente, resistió invasiones, atentados; mantuvo en pie a su patria que ha resistido, seguirá resistiendo, el inhumano bloqueo de Estados Unidos (ese bloqueo, obvio, no se magnifica en los medios de comunicación). La educación, la medicina y el deporte, han crecido por encima de América Latina, gracias a la revolución de Fidel.

  Los detractores siempre estarán.

   Los hechos están ahí, en la Isla, y son contundentes.

Fuiste grande, Fidel. Lo serás aún más.

Nunca pudo contigo el imperio del norte.

Hasta siempre, comandante.