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Juan S. Millán y Los Tres Mosqueteros

logo con foto columna lnd thumbEmma Núñez Picos – la siempre eficiente y fiel secretaria particular de Juan Millán Lizárraga -, nos motejó como Los Tres Mosqueteros, no sé si por idea del político rosarense,  o por iniciativa propia. El caso es que desde la década de los setenta fuimos El uno para todos y todos para uno, como el lema de la novela de Alejandro Dumas.

Los tres Martínez, nos llamaban otros colegas del periodismo sinaloense.

De procedencia y filosofías distintas y desiguales, cada uno:

Javier  Cabrera Martínez, el de mayor edad, nacido en el Distrito Federal, pero con estancia algunos año en Mérida, Yucatán.

Carlos Velázquez Martínez, del Distrito Federal, con ascendencia en el pueblito de Ayapango, Estado de México, allí al pie de los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl.

Y Francisco Javier Arizmendi Martínez, del histórico pueblo mágico de El Fuerte de Montesclaros, estado de Sinaloa.

Millán, quizá sería D’Artagnan, por aquella característica que describe la novela de Dumas: un mosquetero que buscó un sueño por su inteligencia, audacia, ambición y valentía.

De las características de nosotros pudo haberse acreditado lo de Aramis, Porthos y Athos, pues del primero se dice que era joven, callado, amable y sincero. Al segundo lo caracterizan como bravo, seguro, valiente y consciente; mientras que el tercero lo definen como el más grande, inteligente, excelente, peleador, fuerte y audaz. Nunca supimos a cuál de cada uno de los Martínez le adjudicaron esas tipologías.

El caso es que durante muchos años, Juan Millán y los Tres Mosqueteros cultivamos una amistad y un anhelo de alcanzar el poder gubernamental en el estado de Sinaloa. Objetivo logrado en 1998 con muchas peripecias políticas, que narramos cada uno, en crónicas por separado.

No sabemos con exactitud cuándo surgió la amistad, lo que si sabemos que fue progresando cuando Millán dirigía la Federación de Trabajadores de Sinaloa, afiliada a la CTM (la ceteme, como decía su eterno líder, Fidel Velázquez Sánchez).

El dirigente obrero había tenido simpatía con otros periodistas sinaloenses de la generación anterior a nosotros, pero se fue retrayendo, ignoramos las causas.

La relación se fortificó cuando Millán obtuvo cargos importantes en la política y de elección popular – diputado federal, presidente del PRI en Sinaloa, senador y gobernador del estado de Sinaloa.

Durante su administración gubernamental, - 1999-2004 – Millán nos reunía cotidianamente en el pequeño comedor de la Unidad Administrativa, construida por Alfonso G. Calderón Velarde; intercambiábamos opiniones, anécdotas y mitotes.

Obviamente conocimos muchos secretos de la política local y nacional. Millán se regocijaba al escuchar gracejos que Arizmendi contaba de la sociedad sinaloense.

Así, con esa confianza que Juan Ese nos tenía, llegó aquél diciembre de 2003, para reunirnos en el pequeño comedor para cuatro personas del tercer piso de Palacio de Gobierno y darnos la primicia de que Jesús Aguilar Padilla sería el candidato para sucederlo en el gobierno de Sinaloa.

Fue una comida acompañada de vinos Vega Sicilia, y tequila Reserva de la Familia, que acabó tensa por la aversión y desconsuelo que nos causó la deplorable noticia.

Los pormenores, los describimos en compendios, por separado, que pronto estarán en la Imprenta.

Una cosa  si podemos afirmar: que ese día le garantizamos a Millán que Aguilar lo traicionaría… ¡Y creo que nos quedamos cortos!

Y a pesar del desacuerdo que tuvimos con esa candidatura,  la amistad con Millán se extendió con mayor fortaleza, hasta la actualidad.